El martes 5 de julio, Bruno Hallé publicó en Expansión el siguiente artículo de opinión analizando las posibles consecuencias del Brexit para el sector turístico en España:
"La mayoría de las actividades económicas requieren de un entorno jurídico estable para desarrollar su potencial. Si valoramos el Brexit bajo esta norma básica queda claro que los próximos meses y quizás años, dependiendo de la rapidez con que se desarrollen las negociaciones, van a generar inquietud en el sector turístico donde el peso del turismo británico es fundamental. Según los datos del INE, en 2015 casi 16 millones de personas llegaron a España desde el Reino Unido y gastaron de más de 14.000 millones de euros, que es el 30% del gasto total de los turistas extranjeros en nuestro país.
Casi todos los análisis que hemos leído hasta ahora se centran en el problema de la devaluación de la libra pero, desde mi punto de vista, creo que no es el elemento crucial en el futuro. Para empezar, no hay certezas en el ámbito de las políticas monetarias. Quién sabe si la libra reacciona bien y a medio plazo podemos estar ante una moneda fortalecida. Es mejor no hacer previsiones en ese terreno y centrarse en cuestiones donde sí se puede actuar.
Lo que sí creo que es capital es gestionar el Brexit como la brecha emocional que se abre entre Europa y las Islas. La limitación sobre la libre circulación de las personas tiene más que ver con la psicología del viajero que con aspectos racionales, pero puede ser lo que más negativamente afecte en el futuro. El esfuerzo que deben hacer las autoridades y España como destino turístico es seguir apostando por el turismo británico y hacerlo demostrándoles que son importantes y que queremos seguir contando con ellos. Los aspectos intangibles, ligados con las políticas de promoción del destino y de la marca España, van a ser muy importantes en los próximos meses.
En este escenario el otro protagonista clave son las aerolíneas. Easyjet, Ryanair y Vueling que cuentan con multitud de trayectos que unen Reino Unido con España pienso que lógicamente van a seguir apostando por ello ya que han realizado inversiones importantes en los últimos años.
En definitiva, se me hace difícil pensar que España pueda convertirse de la noche a la mañana en un destino económicamente prohibitivo para el Reino Unido. En caso de que eso sucediera, aunque solo sea de forma pasajera, el mercado más afectado va a ser el de sol y playa que va a tener difícil reemplazar el hueco que dejen los turistas británicos. En el caso de los destinos vacacionales afectará al mercado inmobiliario ya que los británicos pueden enfrentarse a un problema de poder adquisitivo y a otro casi tan importante como el acceso libre a los servicios públicos de salud. Por el contrario, en los destinos urbanos como Madrid y Barcelona será más sencillo poder cubrir ese descenso con la llegada de turistas de otros países."
Expansión, 5 de julio de 2016